LA BARRACA LORQUIANA

UN ESPACIO DE TEATRO ITINERANTE

Wednesday, January 10, 2007

El asesinato de Federico


" Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio!..."


El 16 de agosto de 1936, García Lorca fue detenido por los militares dirigidos por el diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, y Juan Luis Trescastro. Ruiz Alonso se encargó de redactar una denuncia contra el poeta en la que se incluían cargos como su homosexualidad o su amistad con Fernando de los Ríos.

Parece mentira que lo mataran en su Granada, como dice Machado, pero lo hicieron. Y lo hicieron sabiendo exactamente lo que hacían. Rojo, homosexual y enemigo de la España católica.

La intolerancia y el miedo al despertar de las ideas de igualdad y justicia que Lorca plasmaba en su obra, provocaron el asesinato del poeta. Asesinato injusto... por que ¿quien puede mutilar las ideas? Lorca murió brutalmente asesinado, traicionado por su patria... y sin embargo su legado es universal, es actual, es de las entrañas españolas y al mismo tiempo del universo entero sin fronteras, por que lo que intentaron aniquilar perdura, por que Lorca habla acerca de problemas humanos sin nacionalidad ni religión. Responde a la historia y a la actualidad.

Quisieron callar un eco que a 70 años de su muerte sigue retumbando en los oídos del mundo.


EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA


1. El crimen


Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.


2. El poeta y la muerte


Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»


3.

Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!



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